La ruta de hoy discurrirá entre Zagora y Marrakech
Nuevamente repetimos el ritual del desayuno, liquidar el hotel y cargar petates. Subimos a las motos y nos dirigimos hacia el centro de la ciudad con el fin de buscar el famoso mural de Tombouctou 52 Jours.
Ayer encontramos el dichoso cartel, pero hubo quien nos dijo que no era el original, y que encontraríamos algún otro. Pero después de un rato no aparece, damos algunas vueltas alrededor de Zagora y Edu se separa del grupo, no le encontramos y nos empezamos a preocupar pero en un rato le vemos de nuevo y todo tranquilo.
Decidimos pasar del mural y hacernos la foto en el que ya conocemos, que quizá sea el único en toda la ciudad.
Iniciamos la ruta con intención de seguir el track del palmeral, nos metemos en arena polvo y nos encontramos con que están realizando una obra con maquinaria de obras públicas en el cauce del río, interrumpiendo el track. Además la arenilla fina que está entre las palmeras no me da ninguna confianza y propongo al resto que vayamos por la carretera que discurre en paralelo al palmeral.
Así lo hacemos y salimos de Zagora hacia el norte dejando el palmeral del Draa a la derecha. Al poco de salir paramos a hacer la primera foto, y es que el paisaje resulta impactante. Desierto, la ancha franja del palmeral y las kasbah o conjunto de construcciones de adobe, que se van sucediendo una tras otra a nuestro paso.
Así continuamos hasta que llegamos a Ouarzazate donde paramos a llenar los tanques tanto de nuestras motos como los nuestros.
Unos tallín de ingredientes variados, sentados a la sombra tranquilamente.
La ruta continúa hacia los estudios de grabación de cine de esa misma ciudad pero no nos detenemos, a continuación Ait Ben Haddou, que es otro ksar probablemente el más importante de todo el país y Patrimonio de la Humanidad. El reclamo turístico lo ha convertido en un avispero de turistas, así que siendo fieles a nuestros principios tampoco lo visitamos y seguimos haciendo kms que es lo nuestro.
A partir de ese punto tomamos una carretera bastante estrecha que hasta hace poco fue pista, y que cruzará el Atlas en sentido noroeste, para desembocar en el puerto de Tizi N tichka. Antes de llegar a ese alto, atravesamos unos paisajes increíbles, con gargantas producidas por los ríos, curvas, más curvas y así continuamente.
Incluso hay unos kms en los que la carretera desaparece a favor de una pista de arena arcillosa y rojiza.
Isaac no para de inmortalizar el paisaje con su cámara colgada al cuello.
Decidimos parar en un pueblo, donde toda la vida se centra en una pequeña plaza en la misma travesía. Peluqueros, buscavidas, mecánicos, un bar, una mezquita donde los fieles aprovechan la hora de oración frente a la puerta principal en plena calle… todo bastante curioso.
Tomamos un refresco, grabamos nuestro video para Javi y seguimos el camino en una borrachera incesante de curvas. Nuestras burras descansan frente a una del lugar.
Y llegamos al famoso puerto (foto tocada)
Cuando coronamos el Col Tizi N tichka, enlazamos con la carretera general que nos lleva a Marrakech, con buen asfalto y una sucesión de horquillas que disfrutamos con ganas. Es como si hiciéramos nuestro puerto favorito pero mucho más largo, con paisajes de arbolado, cañones, valles…
Paramos un par de veces a hacer fotos, y nos encontramos con un grupo de portugueses en moto, todos con BMW. Pero las llevan muy limpias, jeje, nosotros molamos más.
Poco a poco nos acercamos a la gran ciudad por una larga recta de aproximación en la que se empiezan a cumular coches.
Pero eso no fue nada para lo que nos daría la bienvenida. Una aglomeración de coches, motos, bicis, burros, personas….todos en la calle en marcha al mismo tiempo, sin ningún respeto ni orden y bajo una nube de polución que nos atrapa.
No damos con el Riad al que nos dirigimos, ubicado en la Medina, Sidi Benslimane…que viene a ser como decir que está cerca del horno de pan, y hay uno en cada esquina. Un caos digno de mención, hasta que echamos mano de unos chavales que suben a la moto de Edu y nos guían más o menos a la zona… estaba cerca pero no aparecía. Finalmente vinieron a buscarnos tal como ocurrió en Fez, y llegamos al Riad en apenas unos minutos. En la foto veréis que estaba sólo un pelín escondido.
Ni cortos ni perezosos, nos damos una ducha, nos vestimos de paisano y salimos a dar una vuelta por la Medina en busca de la Plaza Jamaa el Fnaa. Que es como la plaza del pueblo pero a lo bestia, con puestos de comida y de todo tipo, que se montan y desmontan a diario.
Cenamos algo, y emprendimos la vuelta por ese laberinto de calles que parecen iguales, en las que recuerdas haber pasado una y otra vez por sitios semejantes. No fue fácil encontrar la salida pero lo conseguimos… más o menos. Otra vez las tantas, como cada noche.
Edu nos comunica que tiene ganas de volver a España y que al día siguiente se despedirá de nosotros para salir temprano por autopista hacia Tánger.
Aprovecha para grabar fotos y compartir las suyas, mientras yo escribo algunas líneas en el diario y me quedo dormido con el lápiz en la mano y la cara sobre el cuaderno…
