Anécdota escatológica
Publicado: 25 Nov 2011 22:36
Hola a tod@s!
Hace unos días salí a dar una vuelta en moto.
Como la mañana estaba fresquita y caía una ligera lluvia, me equipé a conciencia:
- ropa interior térmica
- calcetines térmicos
- forrito polar
- chaqueta unida al pantalón con las cremalleras
- botas trail
- mono de lluvia
- obviamente, casco y guantes.
Me dí un buen rulo por carreterillas de Madrid, Guadalajara y Segovia.
Ya de regreso, cuando estaba a unos 20 Km de mi casa, empecé a notar ciertos movimientos intestinales y pensé:
- “Me da tiempo a llegar a casa”
Cuando entraba en mi pueblo, puse en serías dudas que el pensamiento anterior fuera a cumplirse; pero... apretando fuertemente el final de la espalda contra el asiento, conseguí llegar frente a mi casa “sano y salvo”.
Subí la moto en la acera, quité la llave de la moto y entré en casa “escopetado”.
Me metí en el aseo y sin quitarme siquiera el casco, intenté quitarme el mono de agua... ¡imposible!... con los guantes puestos, no conseguía dar con la cremallera, me quité los guantes de sendos tirones, bajé la cremallera del mono e intenté bajarlo... ¡otro imposible!... con la humedad estaba pegado a la chaqueta... apenas me quedaban fuerzas para seguir apretando las posaderas. Forcejeando como un poseso, conseiuí sacar los brazos y dejar el mono colgando por encima de la rodillas.
Bajé la cremallera exterior de la chaqueta, bajé la cremallera interior, saqué los brazos, tiré la chaqueta y... se me quedó colgando de la cintura, unida a los pantalones.
Lo más rápido que pude, solté los tirantes de los pantalones, abrí la cremallera, liberé el clip de la cinturilla y tiré de los pantalones para abajo... ¡cielos!... las protecciones de la cadera, chocaban con las de las rodillas y estas, a su vez, con la caña de las botas... con toda la ropa arrebujada a la altura de las pantorrillas, me senté como pude en la taza.
Tenía serias dudas de haber liberado suficiente espacio como para que “eso” saliera como debiera.
Entre sudores, con el casco aún puesto y la visera totalmente empañada, oí el “característico” ¡chopp! del truño que cae en el sifón del inodoro...¡dí gracias al destino de haberme liberado de la vergüenza de “hacérmelo” en los pantalones a mis 57 años!.
Me quité el casco y acerque mi mano al portarrollos... afortunadamente... no estaba vacío.
Me aseé el “agujero negro” todo lo que el rebujo de ropa de las pantorrillas me permitió.
Luego, lo típico, tirar de la cadena, frotar inodoro con la escobilla...
Ya más tranquilo, me quité las botas, el mono de agua, los pantalones, los gayumbos, la chaqueta y el resto de ropa.
Me dí una reconfortante (higiénica) y larga ducha.
Moraleja:
Al igual que al entrar en una curva... ¡no conviene “apurar” tanto!.
Saludotes,
Enrique
Hace unos días salí a dar una vuelta en moto.
Como la mañana estaba fresquita y caía una ligera lluvia, me equipé a conciencia:
- ropa interior térmica
- calcetines térmicos
- forrito polar
- chaqueta unida al pantalón con las cremalleras
- botas trail
- mono de lluvia
- obviamente, casco y guantes.
Me dí un buen rulo por carreterillas de Madrid, Guadalajara y Segovia.
Ya de regreso, cuando estaba a unos 20 Km de mi casa, empecé a notar ciertos movimientos intestinales y pensé:
- “Me da tiempo a llegar a casa”
Cuando entraba en mi pueblo, puse en serías dudas que el pensamiento anterior fuera a cumplirse; pero... apretando fuertemente el final de la espalda contra el asiento, conseguí llegar frente a mi casa “sano y salvo”.
Subí la moto en la acera, quité la llave de la moto y entré en casa “escopetado”.
Me metí en el aseo y sin quitarme siquiera el casco, intenté quitarme el mono de agua... ¡imposible!... con los guantes puestos, no conseguía dar con la cremallera, me quité los guantes de sendos tirones, bajé la cremallera del mono e intenté bajarlo... ¡otro imposible!... con la humedad estaba pegado a la chaqueta... apenas me quedaban fuerzas para seguir apretando las posaderas. Forcejeando como un poseso, conseiuí sacar los brazos y dejar el mono colgando por encima de la rodillas.
Bajé la cremallera exterior de la chaqueta, bajé la cremallera interior, saqué los brazos, tiré la chaqueta y... se me quedó colgando de la cintura, unida a los pantalones.
Lo más rápido que pude, solté los tirantes de los pantalones, abrí la cremallera, liberé el clip de la cinturilla y tiré de los pantalones para abajo... ¡cielos!... las protecciones de la cadera, chocaban con las de las rodillas y estas, a su vez, con la caña de las botas... con toda la ropa arrebujada a la altura de las pantorrillas, me senté como pude en la taza.
Tenía serias dudas de haber liberado suficiente espacio como para que “eso” saliera como debiera.
Entre sudores, con el casco aún puesto y la visera totalmente empañada, oí el “característico” ¡chopp! del truño que cae en el sifón del inodoro...¡dí gracias al destino de haberme liberado de la vergüenza de “hacérmelo” en los pantalones a mis 57 años!.
Me quité el casco y acerque mi mano al portarrollos... afortunadamente... no estaba vacío.
Me aseé el “agujero negro” todo lo que el rebujo de ropa de las pantorrillas me permitió.
Luego, lo típico, tirar de la cadena, frotar inodoro con la escobilla...
Ya más tranquilo, me quité las botas, el mono de agua, los pantalones, los gayumbos, la chaqueta y el resto de ropa.
Me dí una reconfortante (higiénica) y larga ducha.
Moraleja:
Al igual que al entrar en una curva... ¡no conviene “apurar” tanto!.
Saludotes,
Enrique